Blanca estaba tan emocionada que no se lo podía creer. Su gran día, aquello en lo que había soñado tantas veces estaba apunto de suceder. Casarse. Y para ello, nada mejor que hacerlo en casa: Las Casas de Adamil (Monzón) fueron testigo de una maravillosa fiesta familiar, en la que el amor y la complicidad entre ellos se selló un beso.
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